Primus

May 20, 2009

[ A Samanta… ]
En la epifanía del amor pretérito
/—vencida ante el espacio-tiempo—,
la melancólica sangre, trasmutada,
se inmoviliza en un versículo
de mi mente.
Letargo interminable…
/el tiempo se torna a la intemperie
—va, por el espacio, desapareciendo—.
Oscureciéndose más ante la impavidez
del pavimento su sombra se aleja.
Cual si fuese mi cuerpo su antípoda
se manifiesta apartándose;
y, si existiera una cohesión,
una implosión-explosión sucedería
que de tinta negra cubriría los árboles
/y embadurnaría la ciudad.
Sin embargo, tras mutar la negra
sombra en tinta roja
— por la ola calurosa
/producida la efervescencia—,
regresa postrándose ante mí
impertérrita.

Humberto Ankli López Amida

Subleva Grecia

marzo 13, 2009

[A Ramiro]

Tu estadio niega

tu propia pesadumbre.

Tus “patriotas” desprecian

tu patria y te niegan a ti misma.

Mantas negras ondean el

colorido escenario de la revuelta;

telas rojas el pomposo

venir de nuevos ardores.

¿Cuál es la tortura

que tienes en tu espíritu que

defiendes, cual todo caballero

medieval, a capa y espada el privilegio?

Menester es que dejes

tu existencia y se turbe

dentro de un gran abismo sin

regreso ¡que los valientes

laboriosos derrumben tu sangre!

Sobre ella se levantará un solo

cuerpo caminando hacia el

infinito y explorando

nuevos bríos.

Arrastrada suavemente la sangre

por el viento, la brisa negra de

los indómitos se extiende al infinito.

Los zapatos se vislumbran

corriendo en la barricada,

buscando arrastrarse

sobre su propia zanja.

Humberto Ankli López Amida

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Musa

marzo 12, 2009

Pasando entre las montañas,

sacudiendo la cristalina tela

que presumen en su túnica,

barriendo la brisa del

viento viajando intrépidamente y

explorando el corte de los árboles,

a la intemperie dejando los

susodichos polvos mágicos;

Con su rostro, vislumbrando

las sombras de las hojas,

observando al plácido escritor

explorar en su tinta de sangre

el entorno que lo circunda;

En la ficción, en la

imaginación, ¡Oh, Musa!,

que no en el ecenario,

te apareces

Humberto Ankli López Amida

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Decirme, viento insubordinado

que viaja entre la multitud,

desentraña las ramas de los árboles

y espía prolijamente las praderas;

¡Viento! Contarme, tú que aspiras

a ser vigilante sucesivo de la humanidad,

que empujas el cauteloso entrar

magnánimo de la oscuridad en la vida

nocturna de los desesperados, y

cuan suave palma acaricias los

tobillos de hermosas mujeres cuando

se encuentran en el sueño:

¿Cuál será el negro desenvolvimiento

de la humanidad?

No es oscura en realidad su negrura,

¡que tu respuesta genera

más incógnitas, y mis preguntas

multitudinarias cuestiones en la fila

de la interrogación!

Atolondrado es mi pensar al

cuestionarte a ti, que

sólo observas el suceder histórico

del entorno, si el negro tiene

claridad o el blanco oscuridad

— la óptica del metal

genera tergiversaciones visuales

que azoran el mal color

del entorno—, pues tus partículas

son parte del acontecimiento y,

en cuanto tal, forman parte del gentío.

¡Ah! Sabrás, Moléculas-consolidadas

en-un-solo-elemento, la banalidad de mi pregunta,

pues a tijerazos la muchedumbre partirá

el hilo que ha privado al hombre volar,

a la par, contigo.

Humberto Ankli López Amida

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Luz

febrero 18, 2009

Luz que ha dejado de parpadear;

luz cuyo reflejo se ha

quedado estéril en el

tremendo vacío.

Incognoscible, se ha

convertido en una chispa

disuelta;

Intangible, ha posado

– con villanía de transcéunte-

sobre la arena; se ha

quedado – y quedará –

durante la movilidad

de las manecillas,

en el añejo abismo.

¡Oh, luz! La fuerza

conductora por cuyos

cables se disipaba

y esparcía hasta

una lejanía – ¡inadmisible! –

¿cómo se ha extinto?

¡Inicua! ¿Entiendes el

caótico enredo en el que

se ha quedado la oscuridad?

Dialéctico, tu extinsión

es el comienzo de

superadores bríos.

Humberto Ankli López Amida

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Viene y va el invierno

enero 27, 2009

Viene y va el invierno

al transcurso del tiempo,

como ojos que palidecen ante

el momento culminante.

¡Oh! Sin embargo, en ocasiones

el otoño se puede perpetuar,

como si fuese una obra de magia.

Cuando su transcurso

se torna mortífero,

hay que — ¡por menesterosidad! —

tranquilamente esperar su

trágico cause.

Como con justeza,

un benévolo amado,

quita de sus entrañas

la mujer por la que

— ¡aún estando en muerte! —

vive, se desenvuelve.

Dolor… e incógnita.

Ecuánime, el amado

se desprende.

Humberto Ankli López Amida

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Párate sin suspirar

enero 19, 2009

Párate sin suspirar,

camina sin pensar;

Vive sin vivir:

premisa de la animal condición;

no inhales el espectro

— ¡enjundioso! —

de la brisa

matutina: satisfacción venerable.

Corre sin ver el suelo,

el transcurso de tu

recorrido;

viaja sin pasión a lo

largo del mundo;

Deniega la libertad

— ¡bello principio! —

y crúzate de brazos

cuando el tirano,

con fusil en mano,

arrebate la existencia

a los valientes.

Tu sobrevivencia quedará

en manos ajenas:

Tu irremediable condición

despojará tu vida,

estando en vida.

Humberto Ankli López Amida

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Ay viva Victoria

enero 13, 2009

Ay viva Victoria,

que entras por la puerta

del cortado orificio que

perforé con mis dedos,

de mi centro corporal.

Llena de supremas

esperanzas que fungen

en la verdad.

Clara llama de la

existencia divina de la humanidad;

sepulturera de la suspicaz

tiranía imaginaria y visible.

De la brújula, modus

vivendi del benéfico desenvolvimiento.

¡Victoria! Al acorde

grita la muchedumbre tu ilusionante

llegada; y yo, escuchando tu

advenimiento — ¡grandiosos acontecimientos! —

espero con pies doblados y mano

alzada tu balsámico céfiro.

Humberto Ankli López Amida

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Gritos desesperados de silencio,
sucumben ante la admiración de la naturaleza.

Los pétalos de las rosas inmaculadas,
cuan gritos iracundos
por la escasez de esperanza y espíritu,
claman a la nubes, cuan rayo al trueno,
una prolongación de la admiración.

Humberto Ankli López Amida

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Como aurora entrando

enero 10, 2009

Como aurora entrando
por la ventana, con pies desnudos,
alma descubierta y corazón agrietado;
como viajando de una lejanía
inalcanzable para los terrícolas.

La belleza de tu encanto
— ¡inconcebida por los mortales! —,
reflejo inamovible de la noche,
se esparce por el cubículo.

Humberto Ankli López Amida

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Camino, sin rumbo definido

diciembre 29, 2008

Camino, sin rumbo definido

por entre desérticas calles;

murmuro tu nombre en el vacío;

grito en los valles la negación del olvido.

Me desnudo ante tu hermosura;

mi cuerpo se libera

con amor concienzudo;

tus ojos, como perlas:

el no verlos como el complejo absurdo.

Pero — ¡si miento que me quede perplejo! —,

a merced de interrumpir el paso

solitario de las calles;

y susurrar en mi transcurso por el suelo

tu sublime nombre;

desvalijar mis prendas orgullosamente

por tu bella textura;

expresar la negativa al abandono

de mi memoria…

sabrás la inmensa profundidad

del vasto mar:

caminarás a la inversa

y volverás a amar.

Humberto Ankli López Amida

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Triunfo

noviembre 26, 2008

Ven, tranquila, a mi lecho.

Mi alma espera grandilocuente

tus caricias.

Lentamente camina con mi

alma, sin pena ni arrepentimiento,

al magnánimo lugar ardiente,

como el hogar de Hades,

y confortable como el

paraíso terrenal.

Sin pena ni arrepentimiento,

recae tu cuerpo en el sillón;

y, sin mirar a la ventana,

tardando en desnudarte

-dejando a la intemperie

la imaginación que alimenta

al amor-

pon tus ojos en mi mirada.

Subamos libérrimamente,

sin pena ni arrepentimiento,

a la cama:

juntémonos como si

estuviésemos en una

recíproca morada.

Humberto Ankli López Amida

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Sin título

noviembre 7, 2008

Observando las pálidas nubes que navegan sobre el cielo,
como el barco sobre el mar;
mientras minuciosamente leo poemas,
¡cuán gratitud! que me recuerdan tu espíritu,
similar a cuando el relojero la apasionan las manecillas;

y el navegante ¡cuán valentía! viaja,
sin rumbo fijo, a donde el destino y las olas lo limiten;
el pescador, con caña en mano, en búsqueda
inicua del pan:

sólo sé, ¡oh si miento!,
que el amor es profundo;
la contradicción inherente en el imán
es como la paradoja del sentimiento amoroso.

Y, al fin, cuando idealismo irrealizable
en una utopía lejana e inalcanzable,
veo aterrizado el sentimiento,
encontrado -¡largo trayecto!-,
puedo caminar como en el simulacro del oasis,
en el suave y áspero suelo del agua;

todo amado por su ser pelea -¡pues el mismo
[espíritu ronda en un lugar recíproco!-,

siendo, el par, uno solo;
con justeza aspira a su felicidad
-pero, ¡sepan!, causando su desgracia-;

veo, sin embargo, tremenda realidad.
Los sueños -¡belleza viviente de las aspiraciones humanas!-
son parte de la realidad.

Humberto Ankli López Amida

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Con dedicatoria:

octubre 8, 2008

Estrepitoso estruendo,

que viaja por entre las nubes,

ven a mí como toda mujer a su amado.

Al paso del tiempo,

bien lo sabe la historia,

puedes caminar,

volar y cruzar el universo.

Mas no convencido totalmente,

podrás descender,

aterrizando entre las montañas.

Humberto Ankli López Amida

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Juro, por cuando veo por allí

septiembre 20, 2008

Juro, por cuando veo por allí

que los sentimientos,

lúcidos por naturaleza,

son complejos.

La existencia de una dualidad

sólo explica la diversidad.

La pluma de mi existencia

se ve reflejada en mis sentimientos,

dándolos por polos negativos y positivos.

Y la cumbre de mis sentimientos actuales,

de mis expresiones internas,

las concentro en ti.

El líquido se dirige hacia

el infinito.

Humberto Ankli López Amida

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